Hay en India veinte millones de católicos, apostólicos romanos. Cristianos en general suman alrededor de 45 millones, que significan el 4% de la población total de India. Los católicos se concentran en Goa y Kerala, mientras los demás cristianos (mayormente anglicanos) se les halla espercidos por las ciudades que justamente estuvieron en estrecha relación con el comercio y la administración británica: Delhi, Mumbai, Madras, Calcuta, Lucknow y otras en menor número, como Trivandrum.
La organización de la Iglesia católica de India, forma parte de la estructura mundial que lidera el Papa y la curia romana. Funcionan en el país 157 unidades eclesiásticas: divididas en veintinueve arquidiócesis y ciento veintiocho diócesis. De ésas, 127 son de rito latino, 25 de ritual indo-sirio y cinco de rito Sirio-Malankar. La Conferencia Episcopal de India se formó en 1944. Hay en Nueva Delhi una Nunciatura Apostólica que goza de reconocimiento diplomático; y que está instalada en el país desde 1881. Aunque, el grado pleno se lo dio el Papa Pablo VI en 1967.
El cristianismo habría sido predicado en India por vez primera nada menos que por Santo Tomás, discípulo de Jesús; si bien puede ser ésa una leyenda construída para darle más prestigio a una Iglesia de todas formas muy antigua. De ser cierto, Santo Tomás habría llegado a predicar el Evangelio seguramente en un periplo comenzado en la Arabia. Su llegada a las costas de Malabar habría sido en el año 52. Leyenda o nó; hubo influencia de misioneros nestorianos que venían desde Persia, intercambio que se nota hasta el siglo VI. Pero, el nacimiento y poderoso despliegue del Islam acabó con ese intercambio; en cambio significó el arribo a las costas Sur-occidentales de India de comunidades cristianas que huían del Islam.
Entre los siglos VI y XII, en lo que hoy es el Estado de Kerala, y bajo el alero tolerante de varias dinastías de príncipes sureños, prosperaron las comunidades cristianas que desenvolvieron una vida apacible y de poca interferencia en cosas políticas pues se aislaron en aldeas del interior y se dedicaron a la agricutura. Así pudieron practicar su religión sin problemas; a la vez que tal relativo aislamiento y encierro social mantuvieron intacta la tradición de ritual siriaco y la liturgia asociada. Es el llamado ritual sirio-malabar que hasta hoy existe.
Fuente: Asian Reports from Chile
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